Nos emociona mucho compartirles que Gala Porras-Kim (Bogotá, 1984) y Antonio Vega Macotela (Ciudad de México, 1980) participarán en la 34ª Bienal de São Paulo, “Faz escuro, mas eu canto” [Aunque está obscuro, todavía canto] que tendrá lugar del 4 de septiembre al 5 de diciembre 2021.Gala Porras-Kim ha investigado en profundidad el cenote sagrado de Chichén Itzá –el lugar de ofrendas para Chaac, el dios Maya de la lluvia– y en particular el proceso y la legislación que permitieron que los objetos encontrados bajo el agua a inicios del siglo XX fueran transferidos a sus actuales ubicaciones: el Peabody Museum de Harvard, el Field Museum en Chicago y el INAH en México. Para esta instalación comisionada por la 34ª Bienal de Sao Paulo, la artista creó una forma en copal –resina fosilizada similar al ámbar, que poseía poderes sagrados para los Mayas– de igual volumen que los objetos sacados del cenote y actualmente ubicados en el Field Museum, mezclando el copal con polvo que se había caído de ellos en su periodo de almacenamiento. La artista propuso a la bienal establecer un sistema para canalizar el agua de lluvia hacia la pieza para así conjuntar estos materiales con la lluvia.

Por su parte, Antonio Vega Macotela comenzó a viajar en 2016 por el mundo con un grupo de hackers, desarrollando con ellos un vínculo de confianza y de entendimiento. De esta relación surge la obra “La balada de los Q’aqchas: Cobertores Fantasma” (2021), en la cual el artista pone en relación las actividades de los hackers con las de los Q’aqchas, mineros clandestinos que estuvieron activos en la región de Potosí en Bolivia durante el siglo XVIII. Aunque a primera vista los paneles contienen únicamente pedazos de piel, aquellos que sepan observar verán que también contienen parte de la historia perdida de los Q’aqchas, y que revelan detalles acerca de las relaciones entre los sistemas políticos de varios países latinoamericanos con las grandes multinacionales. Esta información fue encriptada en la textura de las pieles usando la técnica del mapeo UV. Por razones de seguridad, el grupo de hackers que desarrolló esta información mantiene el anonimato.