Cada una de las exuberantes, intimas e inquisitivas pinturas de Varda Caivano representan un viaje único hacia el imaginario de la artista. Un viaje que empezó cuando se mudó a Londres a estudiar un posgrado en Historia del Arte en Goldsmiths y que continuó a través de su investigación sobre la búsqueda de la imagen, mediante su participación en el museo de Kunstverein Freiburg, la 55ª edición de la Bienal de Venecia en 2013, o exposiciones tan relevantes como The Density Of The Action, 2015 en The Renaissance Society, Surface Works, 2018 en Victoria Miro, demostrando así su relevancia como una de las pintoras conceptuales más destacadas de la escena del arte contemporáneo.
A lo largo de su carrera, Varda Caivano no ha dejado de experimentar sometiendo sus pinturas a diferentes experimentos técnicos: primero ensayó con ornamentos de cerámica, después vino un lenguaje más abstracto, luego testeó el monocromo (pintaba sólo en gris), después lijó mucho la superficie pictórica (la pintura era la materia que se había salido de la superficie o lo que se había añadido en ella), luego pintó el lienzo por detrás (la pintura eran los gestos no intencionales que aparecían atrás: las marcas de la pintura) y finalmente pintó por los dos lados. En su cuerpo de obra más reciente, la artista ha experimentado con pigmentos vibrantes y hasta metalizados que recuerdan a los pentimenti -familiares en la pintura medieval y renacentista. Un concepto que le interesó mucho durante sus años en Roma, tras recibir un fellowship de la British School at Rome y estudiar el concepto del “underpainting”, la pintura que está debajo de la pintura, casi un palimpsesto.