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En 2004, Jill Magid paso 31 días en Liverpool, durante los cuales desarrolló una relación cercana con Citywatch (Policía de Merseyside y Ayuntamiento de Liverpool), cuya función es la videovigilancia de toda la ciudad.
Los videos en su “Evidence Locker” fueron escenificados y editados por la artista, y filmados por la policía usando las cámaras de vigilancia pública en el centro de la ciudad. Usando una gabardina roja brillante, llamaba a la policía en turno con detalles sobre dónde estaba y les pedía que la filmaran en lugares o poses específicas, o incluso que la guiaran por la ciudad con los ojos cerrados.
A menos que se solicite como evidencia, las imágenes de CCTV obtenidas del sistema se almacenan durante 31 días antes de ser borradas. Para acceder a este material, Magid tuvo que presentar 31 Formularios de Solicitud de Acceso al Sujeto, el documento legal necesario para exponer a la policía los detalles de cómo y cuándo ocurrió un ‘incidente’. Magid decidió completar estos formularios como si fueran cartas de amor, expresando cómo se sentía y qué estaba pensando.