La práctica de Eduardo Berliner se desparrama como una mancha urbana a través de distintos materiales, soportes y técnicas. Esta vocación creativa interminable y frenética se desprende de forma natural de la experiencia y la mano de Berliner.Su constante trajinar por Rio de Janeiro y dentro de su estudio buscando siempre satisfacer la mirada son lo que marca su ritmo creativo y posibilita la sucesión de serendipias que caracterizan su trabajo.
De esta manera, sus pinturas se desdoblan a través de una composición anterior y ulterior hecha de distintos materiales. La integración de los pigmentos con esta diversidad de soportes y la reacción distinta que cada material tiene al pigmento, perfilan la composición y la escala de cada pieza. Estas pistas son también lo que el ojo necesita para iniciar el proceso creativo. El desciframiento de estas manchas, marcas y veladuras aleja al artista del capricho y lo conduce hacia la revelación.